Introducción al zodíaco
El zodiaco es el camino que recorre el Sol por el cielo. Exactamente el mismo se divide en 12 signos, que representa la totalidad de la experiencia humana, y cada signo describe un género de personalidad básica y distinguida, asociada con la situación del Sol en el instante del nacimiento del individuo.
Cada signo tiene su lado positivo y edificante, y otro lado destructor y negativo. Por servirnos de un ejemplo el signo de Aries es un signo impetuoso y valiente con una naturaleza intensamente afirmativa. Ese es un aspecto edificante, la naturaleza afirmativa se vuelve beligerante y Aries se transforma en el hostigador. Las cualidades que esconde un signo radican en su “sombra”. Estos atributos de la sombra reflejan los aspectos negativos, o bien el lado oscuro que queda enfrente de él en el Zodiaco. Tauro y Escorpio por servirnos de un ejemplo, comparten una sombra recelosa y resentida que no olvida de forma fácil, al paso que la tendencia de Géminis a no decir la verdad está ocasionada por la indecente sombra de Sagitario. La sintonía con los aspectos más positivos y edificantes de la carta permite la evolución personal y el desarrollo del ánima.
El viaje Zodiacal.
El Zodiaco no es solamente la senda divina del Sol; es un viaje mediante la experiencia humana. Representa el viaje del ánima (el Sol), desde su concepción, en la niñez, hasta la vetustez. En Aries por servirnos de un ejemplo al principio de este viaje, el ánima viene a la encarnación y toma un ego. Es donde empieza el “yo” la conciencia de ser uno mismo. En Tauro el ánima toma substancia y se transforma en un cuerpo físico. En Géminis es el punto donde el ánima trata de expresarse y comunicarse con otros. En el cuarto signo, Cáncer, el impuso esencial es el de nutrir a otros, al tiempo que en el signo de Leo, el quinto signo y líder natural del Zodiaco, el ánima lucha por relucir y ser reconocida. Virgo representa nuestro impulso de servir a otros humanos y la rutina diaria. A medio camino a lo largo del Zodiaco, en el signo de Libra el ánima está dispuesta para entrar en relación, para encontrarse con otro. Aqui es donde el ánima aprende a ceder y amoldarse. En el signo de Escorpio el ánima llega a reconocer su poder autor y regenerador. Para cuando llega al signo de Sagitario, el ánima entra en la busca del sentido. En Capricornio, el impulso se orienta cara una sociedad estable y ordenada, y en el humanitario Acuario el impulso se dirige cara el bien de todos. Cuando el ánima llega al signo de Piscis quiere fundirse con la unidad de la que partió, o bien escapar de la ronda eterna.
El año solar.
El Sol precisa más o menos un año para viajar alrededor del Zodiaco, y se detiene unos treinta días en todos y cada signo. Las fechas precisas de ingreso y partida cambian de año en año dependiendo del ajuste cíclico que crea los años bisiestos.
El progreso del Sol alrededor del Zodiaco afecta a la estructura de una carta. El Sol siempre y en toda circunstancia sale por el horizonte al amanecer, mas el signo en el que semeja hacerlo depende del instante del año. Esto explica pues el Ascendiente- el signo que estaba “saliendo” sobre el horizonte en el instante de que alguien naciese, es diferente en primavera y verano, si bien la hora del día sea exactamente la misma.
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